Espagyria

 

La Espagyria es la aplicación del arte alquímico, en la preparación de tinturas vegetales o metálicas y consiste en provocar una evolución de la materia para purificarla y exaltarla, tarea imposible sin largas y complejas operaciones, que a menudo, algunos viejos autores, nunca han revelado abiertamente.

Las elaboraciones y preparados espagíricos, se basan muy a menudo en las obras y estudios del médico suizo Paracelso (1493-1541), considerado el iniciador de la espagiria; sin embargo tales técnicas ya se utilizaban en el Antiguo Egipto, de hecho, se han descubierto jeroglíficos que representan métodos de preparaciones espagíricas; además a lo largo del 500 a.C. en la magna Grecia tuvo inicio la Scola Itálica, dedicada al estudio de la naturaleza y de la alquimia incluso antes que Pitágoras, también conocedor de la Espagiria, empezará sus estudios.

Como se puede entender, no es sencillo asociar el término Espagiria a un período histórico bien preciso, no obstante, la raíz etimológica de la palabra se puede encontrar en los términos «spao» y «geras».

El término «spao» significa dividir, separa o también extraer. El término «geras» significa don divino, viejo en años y experiencia, y por extensión, divina unidad.

Por lo tanto, el término espagírico es entendido como el significaco de extraer los dones divinos, extraer lo que es viejo por años de experiencia, y aún extraer lo que haya de divino, y , utilizando un término de Paracelso podemos decir: extraer el Arquetipo, extraer el Arqueo o los Arcanos. Este concepto, nos lleva a una profunda reflexión, nos hace entender que al espagirista le interesa sobre todo, extraer aquellos principios que, poco tienen que ver con el aspecto material (los principios activos), sino los que reflejan lo que de divino está en la Naturaleza; trabajando con todo lo que la Naturaleza ofrezca, extrayendo sus principios activos, exaltando sus propiedades, según las antiguas reglas de la misma Naturaleza.

La Espagiria introducida y codificada por Paracelso representa seguramente la fuente previa de la Homeopatía «hanhemaniana» y de las bioterapias actuales. Paracelso veía el médico como figura compleja y fundamental en el contexto social, luchaba contra la tendencia de «regalar» el arte terapeútico a un mero tecnicismo y a un estéril nocionismo.

El médico según Paracelso, debe de ser ante todo un filósofo, para poder conocer a fondo lo que es el hombre; el médico no puede prescindir del concepto de  «energía vital», que es móvil del Universo y no puede prescindir de lo divino, por su inevitable inmanencia en toda la naturaleza. El médico tiene el deber de escrutar también lo invisible. El médico deberá ser también alquimista, es decir, deberá ser dueño en el manejo de las sustancias químicas para poder extraer de ellas las verdaderas esencias activas en cada nivel.

Cada sustancia tiene su propia esencia estructural, material bruta, pero también una esencia vital, profunda y caracterizante. La alquimia es el arte de separar lo verdadero de lo falso, la esencia de la apariencia, el principio del efecto, volver visible lo oculto y lo oculto visible.

Paracelso impulsó su doctrina con gran vigor, enfrentándose directa y valientemente a la aleatoria medicina de su tiempo, fué el médico de sanaciones milagrosas que le dieron una fama inmensa, pero también le procuraron muchísimos enemigos y difamadores. Nos deja una enorme cantidad de escritos, a menudo difíciles de conseguir y arduos de interpretar.

«La sabiduría, dice Paracelso, no es creada por el hombre, tiene que llegar a él y nosotros no podemos procurárnosla con el dinero, ni cultivárnosla con promesas, pues llega a aquellos cuya mente es pura»; de aquí su continua polémica a lo largo de toda su vida, con médicos superficiales que cogen sólamente el aspecto material de la enfermedad.

Según Paracelso, todas las enfermedades excepto las debidas a causas mecánicas, tienen un origen invisible cuya comprensión permite efectuar una verdadera cura de causa.

Por lo tanto Paracelso exhorta al médico a comprender la verdadera sabiduría. En sus obras viene explicando cómo el hombre corpóreo está totalmente sumergido en el mar de la existencia sutil, aun sin enterarse, igual que el pez no se dá cuenta de vivir en el agua, es la parte sutil-psíquica del hombre que influye totalmente en el cuerpo. Los pensamientos y las experiencias negativas influyen muy profundamente en el cuerpo y determinan una inevitable reacción correspondiente; cada médico debería poder conocer el poder de la mente sobre la materia más allá de cuanto haga la moderna pisosomática,  que sólo valora los aspectos más evidentes y superficiales de las manifestaciones psíquicas.

El hombre en los siglos, alejado de la pureza primigenia, se ha sumergido cada vez más en el materialismo, destruyendo las estructuras mismas de su mismo cuerpo. Se ha tratado de cualquier manera cuantificar, medir cada evento según los esquemas materialistas y perceptibles, sin ni siquiera especular la existencia de algo, más alla de lo aparente; la alquimia no representa, sino en su parte más deteriorada, el preludio a la química moderna y poco importan sus descubrimientos, el «agua regia», las utilizaciones del «mercurio» y del «sulfuro de plata».

La alquimia no es otra cosa que una expresión exacta como la geometría en la ciencia tradicional, que presupone, como predecido, una metafísica, en orden de conciencias suprasensibles, una transmutación de la conciencia como premisa de la transmutación de los metales; los procesos alquímicos son fruto de una convergencia de fuerzas físicas y espirituales. Los remedios espagíricos son por consiguiente, preparados a través de normas del todo particulares que tienen en cuenta las afinidades específicas de cada sustancia.

Todos los autores de la espagiria, siempre han enseñado que la alquimia es un arte, una filosofía artística hecha de trabajo simple, como cocinar, de trabajo meticuloso como observar y de trabajo divertido como los juegos de los niños.

La espagiria puede ser considerada precursor de muchas filosofías y técnicas actualmente en uso, digamos un puente entre la homeopatía, la floriterapia y la fitoterapia, de las cuales se distingue, pero al mismo tiempo se funde.

Las preparaciones espagíricas están fundadas sobre procesos naturales de la generación universal a través de la cual se puede extraer de la materia su quintaesencia, cuya constitución puede ser exaltada tal como volverla asimilable por el ser humano; para usar un término espagírico, «ya digerida».

Durante mucho tiempo la medicina moderna estuvo creyendo que la acción farmaceútica de ciertas plantas oficinales, sólo se debía a algún componente aislable, pero en los años siguientes se descubrió que depende sobre todo del «sinergismo» de factores, no todos conocidos, ni químicamente prescindibles, contenidos en cada sencilla célula de la planta.

La triade (triple manifestación de la existencia de todas las cosas existentes), encuentra su expresión alquímica en los tres principios filosóficos llamados «las tres sustancias», considerados la base de toda manifestación. Los principios filosóficos constituyen una unidad en la triade, aun siendo distintos entre ellos; se llaman Mercurio, Sal y Azufre. Estos nombres nadan tienen que ver con los elementos de la química convencional. En la terminología alquímica, el Mercurio significa el principio vital, el prana de la tradición hindú. El Azufre significa el alma y la conciencia, el Atma de la tradición hindú. La Sal significa el cuerpo, el sólido, la materia.

El Azufre es el principio activo, solar, regal, la potencia original; el Mercurio es el principio pasivo. La Sal constituye el equilibrio entre ellos, lo neutro.

El Azufre es el fuego primordial y el principio de la forma; el Mercurio es el húmedo primordial y el principio vital.

El Azufre es el alma y el principio de amor y del fuego invisible; la Sal es el cuerpo.

Cada ser reúne en sí estos tres principios; allá donde quieras en el Universo podemos observar tres formas de manifestaciones coexistentes:

1. La primera: las partículas sutilísimas de los átomos que se manifiestan materialmente y que representan la Sal.

2. La segunda: el principio vital «prana», que se manifiesta en infinidades de formas, desde las más simples organizaciones moleculares hasta las estructuras más complejas.

3. La tercera: la conciencia, que dirije la fuerza del interior de todo lo que vive; esta conciencia es el alma, el «Atma», que representa el Azufre.

Los tres principios filosóficos acceden a nuestros sentidos bajo una cuadruple forma: SOLIDA-LÍQUIDA-GASEOSA-RADIOSA ó ETÉRICA. Esta cuadruple forma se manifiesta en los cuatro elementos que son: TIERRA-AGUA-AIRE-FUEGO. En los cuatro elementos está presente una quinta esencia, que sin embargo no es ninguno de ellos; ella penetra la creación, en cierto sentido puede ser comparada con el éter. La quintaesencia es el núcleo espiritual de todas las cosas; todo lo que existe tiene su origen en ella. La quintaesencia es la fuerza vital de todos los seres vivientes y todas las sustancias existentes.

La quintaesencia es la virtud de un cuerpo, como el hombre es la quintaesencia del Cosmos. La quintaesencia está dotada de conceder al cuerpo cada cualidad, independientemente de la necesaria en el momento, por lo tanto ella constituye la misma fuente de vida creada por Dios para hacer frente a las necesidades del cuerpo. Es agua, pero a diferencia del agua elemental es un agua combustible; es aire, pero no húmedo y cálido al par del aire elemental.

La quintaesencia es el cielo del hombre, que Dios ha creado con el fin de preservar en el interior del cuerpo humano las cuatro cualidades fundamentales, tal y exactamente como ha creado el firmamento.

Todos los cuerpos contienen la propiedad obra maestra de la Naturaleza.

La quintaesencia también se extrae de planta oficinales, metales y minerales.

Una respuesta a Espagyria

  1. cindy dijo:

    muiii interesante esta informacion… me gusto…

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